¿Qué es la hipoteca energética?

Si estás pensando en comprar una vivienda, no solo deberías hacer cálculos de cuánto dinero dispones para hacer frente a la entrada, los gastos derivados de la compraventa y al pago mensual de la hipoteca bancaria. También deberías tener en cuenta «la otra hipoteca» que deberás pagar durante todo el tiempo que vivas en ese nuevo hogar. Nos referimos a la hipoteca energética.

hipoteca energética
 

La hipoteca «oculta» del hogar

A menudo utilizamos la expresión “hipotecarse” como comprometerse de por vida, aunque las hipotecas tienen un plazo de 20-30 años. En cambio, los costes energéticos para conseguir el confort propio de una vivienda serán de por vida.

 

¿Qué es la hipoteca energética? Se trata de cuánto dinero nos va a costar hacer que en la vivienda haya una temperatura de confort (tanto en verano como en invierno) para poder vivir en ella dignamente. Y puede parecer una tontería, pero no lo es. Si haces la media del coste energético mensual de tu hogar y lo multiplicas por el total de años que esperas vivir en él, te darás cuenta de que realmente, se trata de una segunda hipoteca.

La hipoteca energética es el coste energético mensual que genera una vivienda para que ésta sea habitable.

 

¿De qué depende la hipoteca energética? El gasto económico relacionado con la energía es el que determinará el coste de lo que denominamos «hipoteca energética». Por lo tanto, para reducirla, habrá que centrarse en la eficiencia energética de la vivienda.

 

¿Cómo disminuir la hipoteca energética? Fácil. Apostando por una vivienda de consumo casi nulo (concepto Passivhaus) estaremos reduciendo un 80% el gasto energético. Esto permitirá invertir este sobrante en una casa mejor, tal vez en una mejor zona, o incluso vivir menos pendiente de los gastos corrientes.

Para reducir la hipoteca energética de nuestro hogar podemos tener en cuenta varias cosas: la orientación, un sistema constructivo de alta calidad con un buen coeficiente térmico, un buen aislamiento, un sistema eficiente para la calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria (por ejemplo, la aerotermia), utilizar iluminación LED y electrodomésticos de alta eficiencia, etc.

 

Contra la hipoteca energética: calificación «A»

Como hemos visto, teniendo en cuenta que la adquisición de una vivienda suele ser una gran inversión a largo plazo, es muy importante elegirla en función de su eficiencia energética.

Su importancia es fundamental por el simple hecho de que, de tener una peor calificación energética, estaríamos abonando una cantidad ingente de dinero a la hora de pagar los recibos de la luz o calefacción. Además, hay que tener en cuenta que los costes energéticos van a seguir incrementándose.

Atención al dato: la diferencia entre la calificación más alta («A») y la más baja («G») es del 80% en el consumo de energía.

Por tanto, una vivienda con calificación «A», como Residencial La Granja León, supone un gran ahorro energético. Ello se traduce, no solo en una disminución de las emisiones de CO2 y gases de efecto invernadero, sino también en una reducción significativa de la demanda energética del edificio (calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria). Y por tanto, en una disminución de la hipoteca energética y en un importante ahorro económico en las facturas de suministros.

Para entenderlo mejor, veamos un ejemplo. Tomando como referencia el gasto medio en España de una factura de electricidad, 60€/mes:
– Con etiqueta energética A: supone un gasto mínimo inapreciable en la factura, por lo cual nos cobrarían poco más que por el mantenimiento y establecimiento del servicio. Esto traducido en euros supondría aproximadamente pagar 35€ en vez de 60€.
– Con etiqueta energética B, supone gastar bastante menos que la media, aunque sin alcanzar el mínimo. Es decir, aproximadamente de 35 a 45€.
– Con etiqueta energética C, supone gastar por debajo de la media, pero acercándonos a esta cifra. Traducido en euros, aproximadamente de 45 a 55€.
– Con etiqueta energética D es la media tirando por lo bajo. Es decir, si la media está establecida en los 60€, una calificación D nos haría gastar cada mes en torno a los 55-60€.
– Con etiqueta energética E es la media tirando por lo alto (de 60 a 65€ mensuales).
– Con etiqueta energética F es un gasto que está por encima de la media establecida, en torno a los 65-75€.
– Con etiqueta energética G supone gastar bastante más que la media, por encima de los 80€.

Más notable aún se hacen estos datos si atendemos al gasto medio anual de calefacción, refrigeración y agua caliente.

interpretación de la etiqueta energética
Interpretación de la etiqueta energética: escala de ahorro según la clasificación obtenida

 

El Consejo General de la Arquitectura Técnica (CGATE) ha desarrollado una calculadora energética, con la que podrás conocer los costes anuales orientativos de tu hipoteca energética. Para ello, solo tienes que rellenar los datos que figuren en el Certificado Energético de tu vivienda. Además, calcula el ahorro que supondría tener una vivienda más eficiente.

 

Rentabilidad y revalorización de la vivienda

Como comprador, deberías pensar a medio y largo plazo en tu propia economía y en el futuro de las generaciones venideras. Deberías interesarte por la energía que consumirá tu hogar y por las características del edificio. Ello hará que tengas una vida más confortable y, a la vez, contamine menos el planeta. Porque un piso bonito puede ser a la vez un sumidero energético.

Por todo ello, te recomendamos adquirir una vivienda con una hipoteca energética mínima, aunque ésto pueda encarecer el precio de la misma, ya que a la larga, es mucho más rentable.

Comprar un piso con una buena eficiencia energética supone no solo tener una vivienda sostenible y ecológica, sino ahorrar notablemente en nuestra hipoteca energética.

Además, hay que tener en cuenta que la energía forma parte del valor de la vivienda y la calificación energética puede suponer su revalorización hasta en un 14%. De hecho, las entidades financieras consideran que la eficiencia energética tiene un efecto de mitigación de riesgos para los bancos y un aumento en el valor de la propiedad. Seguro que has oído hablar de las «hipotecas verdes«, ¿verdad? (Hablaremos de ello en otro artículo).

A la hipoteca energética de los hogares se añade la hipoteca que para España supone dedicar cada año el 5% del PIB a pagar las importaciones de gas y petróleo. ¿Sabías que los edificios residenciales representan el 18,6% del consumo energético nacional? Eso significa que con una eficiencia del 80%, nuestro país podría ahorrarse hasta 8.000 millones de euros al año.

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